Page 43 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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Bah, a la mierda. Dejarse de titubeos hace que todo
resulte más fácil. Agarro al vuelo un fragmento de
zafiro, largo y puntiagudo, y me atravieso la palma de
la mano izquierda entre los metacarpianos, con todas
mis fuerzas. Estoy a punto de desmayarme. El
fragmento araña los huesos al entrar, desgarrando
venas y tendones. El dolor es como darle la mano a
Satanás, rojo y negro, implacable. Huele a sangre:
brota a borbotones de la herida, cubriéndome por
completo y precipitándose al vacío a mis pies,
lentamente, en grandes gotas informes.
Es la primera vez que siento dolor de verdad desde
que salí de la prisión, y hay algo de glorioso en ello.
Contemplo el fragmento azul que sobresale de mi
mano y me echo a reír, hasta que el dolor se vuelve
excesivo y me obliga a gritar.
Alguien me abofetea, con fuerza.
—¿Qué diablos te crees que estás haciendo?
Mieli me observa desde el portal del nido del piloto,
con los ojos abiertos de par en par. Bueno, al menos ha
sentido eso. Hilachos de niebla útil se arremolinan a
nuestro alrededor, polvo gris añadiéndose al caos: me
hace pensar en una lluvia de cenizas, en una ciudad
incendiada.
—Confía en mí —le digo, sonriendo como un
chiflado, desangrándome—. Tengo un plan.
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