Page 676 - Herederos del tiempo - Adrian Tchaikovsky
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—Y, sin embargo, os dejó aterrizar y recogernos


              —recordó  Holsten.  Pensó  que  Karst  podría


              responderle  airadamente,  acusarle  de  ser  un

              blando,  pero  el  rostro  del  jefe  de  Seguridad


              adoptó un aire pensativo.



              —Lo sé —admitió—. Y si pensase que hay una


              posibilidad… Pero no va a dejar acercarnos a ese

              planeta, Holsten. Ya lo intentamos una y otra vez.


              Se va a quedar ahí sentada y acaparar la última


              oportunidad  de  la  especie  humana,  y  nos  va  a


              dejar morir a todos en el espacio.


              Holsten  asintió.  Su  cabeza  estaba  llena  de  los


              mensajes  venenosos  del  planeta  susurrándoles


              que se marchasen.



              —¿Puedo  transmitir  desde  la  nave?  Quizá

              incluso distraiga su atención de los drones… No


              lo sé.



              —No.  Completo  silencio  por  nuestra  parte.  Si


              está tan loca que no nos ha visto, no quiero que le

              des ninguna pista.



              Karst  no  se  podía  estar  quieto.  Habló  con  sus


              subalternos  de  Seguridad;  habló  con  los

              superiores (¿los caudillos?) de la tribu. Caminó


              de  un  lado  a  otro,  inquieto,  e  intentó  recabar


              datos pasivos sobre el avance de los drones sin


              correr el riesgo de alertar a Kern.


              —¿De verdad crees que no va a detectarlos? —


              objetó Holsten.






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