Page 678 - Herederos del tiempo - Adrian Tchaikovsky
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sueños, la tierra prometida. Los drones seguían
su ruta hacia la órbita del satélite, buscando
interceptarlo y terminar con él. A ellos no les
importaba lo que veían, al contrario que a los ojos
humanos que observaban a través de sus lentes.
Karst tenía la boca abierta. En ese momento, hasta
la capacidad de maldecir parecía haberlo
abandonado. Tanteó a su espalda en busca de un
asiento, y se dejó caer pesadamente. Todo el
mundo en Comunicaciones había dejado de
trabajar, y en vez de eso miraba a la pantalla, a lo
que habían hecho con su paraíso.
El satélite de Kern no estaba solo en su vigilancia.
Alrededor de la circunferencia del planeta,
rodeando su ecuador con un amplio anillo, había
una ancha banda de cables enredados, hilos y
nódulos: no eran satélites, sino una red orbital
completa, interconectada y continua en torno al
mundo entero. Brillaba deslumbrantemente al
sol, abriendo pétalos verdes hacia la estrella del
sistema. Había mil nódulos irregulares estirados
por los conductos de conexión hasta formar
figuras tensas y angulares. Había una sensación
de ajetreo, de constante actividad.
Era una tela de araña. Era como si un horror
impensable hubiese comenzado el trabajo de
cubrir el planeta con un capullo para a
continuación alimentarse de él. Era una vasta red
única en la órbita geoestacionaria del planeta, y
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