Page 109 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
P. 109

—¿Qué pasa con ese hombre, capitán? —preguntó


           Martin.



           En el rostro del capitán los músculos se retorcían


           insensatamente.  Parecía  verdaderamente  viejo.

           Tenía un color gris y una mirada vidriosa. Dio unos


           pasos por la hierba seca.



           —Acompáñeme,                                 Martin.                   Acompáñeme.


           Sosténgame.  Hágame  el  favor.  Tengo  miedo  de


           caer.  Vamos,  rápido.  No  podemos  perder  más

           tiempo…



           Avanzaron,  tambaleándose,  hacia  la  ciudad,


           pisando  la  hierba  alta  y  seca,  golpeados  por  el


           viento.


           Varias  horas  después  estaban  sentados  en  el


           auditorio  de  la  alcaldía.  Un  millar  de  personas


           había  entrado,  había  hablado,  y  se  había  ido.  El


           capitán, ojeroso, los había escuchado a todos. Había


           tanta luz en los rostros de los que venían a dar su

           testimonio  que  el  capitán  no  podía  mirarlos.  Y


           durante  todo  ese  tiempo  sus  manos  se  movían


           sobre  las  rodillas,  sobre  el  cinturón,  tironeando,

           estremeciéndose.



           Cuando  las  entrevistas  terminaron,  el  capitán  se


           volvió hacia el alcalde, y lo miró con unos ojos muy


           raros.



           —¿Pero usted no sabe dónde ha ido? —le preguntó.



           —No nos lo dijo —replicó el alcalde.






                                                                                                          108
   104   105   106   107   108   109   110   111   112   113   114