Page 114 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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El capitán Hart les echó una ojeada y murmuró su
veredicto:
—¡Pobres tontos!
Fue el último en meterse por la escotilla. Hizo un
saludo y se rió secamente. La portezuela se cerró.
El cohete se elevó sobre un pilar de fuego. Martin lo
vio alejarse y desaparecer.
El alcalde, sostenido por algunos hombres, llamó a
Martin desde el borde del prado.
—Se ha ido —dijo Martin, acercándose.
—Sí, pobre hombre, se ha ido —dijo el alcalde—. Y
seguirá buscando, planeta tras planeta, y siempre
llegará una hora después, media hora después, o
diez minutos después, o un minuto después. Y un
día lo perderá por unos pocos segundos. Y cuando
haya visitado trescientos planetas, y tenga setenta u
ochenta anos de edad, lo perderá por una fracción
de segundo, y luego por una fracción todavía más
pequeña. Y así seguirá y seguirá, pensando que va
a encontrar lo que ha dejado aquí, en este planeta,
en este mismo pueblo…
Martin miró fijamente al alcalde. El alcalde
extendió una mano.
—¿Alguien lo ha dudado acaso? —Se volvió hacia
los otros y les hizo una seña—. Vamos. No hay que
hacerlo esperar.
Los hombres entraron en la ciudad.
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