Page 187 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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somos algo ridículo y absurdo para estos globos
marcianos.
El padre Peregrine dejó a un lado la tiza.
—Y ahora, vayamos a las colinas a edificar nuestra
iglesia. Los padres empaquetaron sus equipos.
La iglesia no era una iglesia, sino una superficie
libre de rocas, una plataforma en lo alto de una
colina, de suelo liso y limpio, y un altar en donde el
hermano Matías había instalado un globo de fuego.
Y al cabo de seis días de trabajo la iglesia estaba
lista.
—¿Qué haremos con esto? —El padre Stone golpeó
con la punta de los dedos la campana de hierro que
habían traído—. ¿Qué significa esta campana para
ellos?
—Creo que la he traído para nuestra propia
comodidad —admitió el padre Peregrine—.
Necesitamos algunas cosas familiares. Esta iglesia
se parece tan poco a una iglesia. Y todos sentimos
que hay algo de absurdo en todo esto… Yo mismo
lo siento así. Es algo demasiado nuevo. Convertir
criaturas de otro mundo. A veces me siento como
un actor ridículo. Y entonces le pido a Dios que me
dé las fuerzas necesarias.
—Algunos de los padres no se sienten nada
contentos. Algunos se ríen de todo esto, padre
Peregrine.
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