Page 231 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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febrilmente. Paseó los ojos por su alrededor
buscando un poco más de comida. Pero todos los
platos estaban vacíos Lanzó una mirada
inexpresiva a través de la ventanilla del cohete—.
Ésas no existen tampoco —dijo.
—¿Qué? —preguntó Clemens.
—Las estrellas. ¿Quién tocó alguna? Puedo verlas,
es cierto, pero ¿de qué sirve ver lo que está a un
millón o a un billón de kilómetros? No vale la pena
ocuparse de cosas tan lejanas.
—¿Por qué te embarcaste en el cohete? —preguntó
Clemens de pronto.
Hitchcock observó su vaso asombrosamente vacío.
Lo apretó con fuerza, cerrando los dedos, y lo soltó
y volvió a apretarlo.
—No sé —dijo, y pasó la lengua por el borde del
vaso—. Tenía que embarcarme, y nada más. ¿Sabe
uno por qué hace esto o aquello?
—¿Te gustan los viajes por el espacio? ¿Ver otros
lugares?
—No sé. Sí. No. No ver otros lugares. Estar entre
ellos.—Hitchcock trató por primera vez de fijar la
vista en algún punto, arrugando los ojos y
adelantando la cara; pero era algo tan borroso y
distante que no pudo enfocarlo—. Se trataba ante
todo del espacio, tanto espacio. Me atraía la idea de
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