Page 233 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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¿Tengo que retroceder y mirar embobado la cara de


           aquel tonto?



           —Todos somos tontos —dijo Clemens—. Siempre.


           Aunque  todos  los  días  de  un  modo  distinto.

           Pensamos:  ya  no  soy  un  tonto.  He  aprendido  la


           lección. Fui un tonto ayer, pero no esta mañana. Y


           al día siguiente descubrimos, sí, que también ayer


           éramos  unos  tontos.  Sólo  podemos  progresar  y

           desarrollarnos  si  admitimos  que  no  somos


           perfectos y vivimos de acuerdo con esta verdad.



           —No  quiero  recordar  cosas  imperfectas  —dijo


           Hitchcock—. No puedo estrecharle la mano a ese

           joven  Hitchcock,  ¿no  es  cierto?  ¿Dónde  está?


           ¿Puedes  traérmelo?  Ya  no  existe.  Que  se  vaya  al


           diablo. No voy a dirigir mis actos futuros pensando


           en las porquerías que hice ayer.



           —Volverás a equivocarte.



           —Deja que me equivoque entonces.


           Hitchcock calló y clavó los ojos en la ventanilla. Los


           otros hombres lo miraban de reojo.



           —¿Existen los meteoros? —preguntó Hitchcock.



           —Sabes muy bien que sí.



           —En nuestras pantallas de radar… sí, como trazos

           luminosos.  No,  no  creo  en  nada  que  no  exista  y


           actúe  en  mi  presencia.  A  veces…  —Hitchcock


           señaló  con  la  cabeza  a  los  hombres  que  estaban


           terminando de comer—… a veces no creo en nadie





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