Page 285 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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—Sí  —dijo  Mark—,  un  tonto.  Nos  encontrarán.


           Aunque tengan que buscarnos durante seis meses.


           Vieron a Nueva York, a lo lejos, como un espejismo.

           Y nos vieron en medio de la calle. Sería muy raro


           que no nos siguieran.



           —Volveré a escapar contigo —dijo Saul, con los ojos


           clavados en el fuego.



           —Y ellos vendrán detrás.



           —Cállate.



           Mark sonrió.


           —¿Cómo le hablas así a tu esposa?



           —¡Ya me has oído!



           —Oh, qué hermoso matrimonio… Tu avidez y mi


           habilidad mental. ¿Qué quieres ver ahora? ¿Alguna


           otra escena de tu infancia?


           Saul sintió que el sudor le corría por la frente. No


           sabía si Mark se burlaba de él.



           —Sí —dijo.



           —Muy bien —dijo Mark—. ¡Mira!



           Unas  llamas  surgieron  de  las  rocas.  Saul  tosió


           ahogado  por  el  aire  sulfuroso.  Se  abrieron  unos

           pozos de azufre. Las explosiones hicieron temblar


           la  caverna.  Saul  daba  vueltas,  a  ciegas,  tosiendo,


           quemándose, agonizando en ese infierno.



           El infierno desapareció. Volvió la caverna. Mark se

           reía.





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