Page 289 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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brillantes, frotándose las muñecas, libres ya de
ataduras. Había creado una sala de sesiones, con
paneles de caoba, y una mesa de mármol ante la que
se habían instalado los hombres de ridículas barbas,
sudorosos y malolientes, hombres llenos de codicia
que no quitaban los ojos de su tesoro.
—La mejor solución —dijo Mark al fin— será la de
citarnos a ciertas horas, durante algunos días de la
semana. Los trataré imparcialmente. Seré un bien
común, con entera libertad para ir y venir. Un trato
bastante justo. En cuanto a Saul, lo mantendremos
a prueba. Cuando demuestre que es una persona
civilizada, le concederé un tratamiento o dos. Hasta
entonces no quiero ni verlo.
Los otros desterrados miraron sonriendo a Saul.
—Lo siento —dijo Saul—. No sabía lo que hacía.
Todo es distinto ahora.
—Ya veremos —dijo Mark—. Esperaremos un mes,
¿qué les parece?
Los otros hombres miraron a Saul y sonrieron
mostrando los dientes. Saul no dijo nada. Miraba
fijamente el piso de la caverna.
—Veamos —dijo Mark—. Los lunes serán su día,
Smith.
Smith asintió con un movimiento de cabeza.
—Los jueves atenderé a Peter, durante una hora,
aproximadamente.
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