Page 193 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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trotando, arrastraba los pies para reducir el impacto sobre
tobillos y rodillas. Corría en círculos alrededor de la
biblioteca. Pero aquello se le quedó corto en una semana.
Amplió los límites al campus. Las zapatillas se le hacían
trizas, las suelas rígidas empezaban a ser más flexibles.
Aprendió —reaprendió— a impulsarse desde los dedos de
los pies.
Invirtió en mejores calcetines para correr: de lana
mullida, veinte pavos el par.
Ella es corredora y estudiante; él poeta y cantante. Cada
uno ve en el otro lo que no ven en ellos mismos.
Ella ve su confianza, su creatividad. Él ve su capacidad
de estudio, su dedicación.
La historia acaba como siempre: se enamoran.
Por supuesto, hay señales de que no todo va bien.
Presagios.
Pero ¿acaso no es siempre así?
Sus pájaros la encontraron hacia el final de la primera
semana. Alas negras, los bordes recortados al viento,
giraban a su alrededor mientras ella pisaba por caminos en
pendiente.

