Page 195 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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         los que comían de su mano como parte de su investigación,

         claramente no tenían dificultades en reconocerla fuera de las


         horas habituales en los comederos.



                Ellos  también  habían  enseñado  a  otros  pájaros  a

         reconocerla, porque la bandada tenía más de diez pájaros y

         solo tres o cuatro de los congregados a la vez llevaban las

         anillas que permitían a Dagmar identificar a cada uno. Los


         cuervos  podían  distinguir  a  los  humanos  por  los  rasgos

         faciales y el color del pelo y podían pasar esa información a

         otros pájaros. Los humanos carecían de esa habilidad innata


         con respecto a los cuervos.


                Dagmar había asumido que podía engañarse pensando


         que era capaz de distinguirlos, pero en realidad siempre que

         pensaba que estaba tratando con un pájaro descubría que

         era otro distinto al echar un vistazo a la anilla de la pata.



                Los  humanos  no  tenían  problemas  para  identificarla,


         tampoco. Era la rubia fornida que ahora corría cada mañana,

         avanzando con sordo retumbar —oscilante, con los pies de

         piedra— bajo un manto de cuervos.



                Cosas  que  ella  no  llegó  a  decir  en  respuesta:  «Mis


         malditos cuervos al menos hacen como que escuchan».



                Dagmar se hizo más fuerte. Respiraba mejor, le creció el
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