Page 244 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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         grande se agitaba. Y eso no era todo. La presión que Irizarry

         había sentido antes —la sensación de que muchos ojos lo


         miraban,  cuerpos  demacrados  que  se  estiraban  contra  el

         desconocido y frágil tejido que los retenía— aquí la notaba

         redoblada, hasta el punto de que casi sintió el roce de unos

         bigotes apenas en fase por la nuca.



                Sanderson gateó hasta ponerse a su lado, con la pistola


         en  una  mano.  A  Mangosta  no  parecía  importarle  su

         presencia.



                —¿Qué hay ahí abajo? —preguntó ella, con voz siseante

         y la respiración agitada.



                —El  pozo  de  cría  —dijo  Irizarry—.  ¿Siente  eso?  ¿Esa


         extraña sensación como si se estirara el universo?



                Sanderson asintió debajo de su máscara.



                —¿A que no le va a animar nada si le digo que ya lo he

         sentido antes? —lanzó ella.



                Irizarry se sintió cansada y desmoralizadoramente poco

         sorprendido. Luego Sanderson preguntó:



                —¿Qué hacemos?



                La pregunta lo cogió por sorpresa y tuvo que habérsele


         notado, incluso detrás de la mascarilla recicladora, porque
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