Page 248 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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         empezado.



                —No  —respondió  Sanderson,  mirando  hacia  abajo,

         donde  la  reproductora  se  arqueaba,  se  revolcaba  y  se


         levantaba  al  fin,  sacudiéndose  de  encima  crías  etéreas  y

         limazones medio comidos—. Dioses.



                Una  ranta  era  algo  indescriptible.  Ni  siquiera  podías

         mirar a una durante más de unos pocos segundos sin que

         empezaras a experimentar un aura de migraña. Las errantes


         eran  apenas  manchas  de  sombra.  La  reproductora  era

         enorme,  estaba  blindada  y  no  tenía  rasgos  reconocibles,

         salvo  por  sus  espantosas,  babeantes  fauces  de  dientes

         afilados. Irizarry no sabía si tenía ojos ni si los necesitaba.




                —Mangosta puede matarla —dijo él—, pero solo si logra

         llegar a su vientre. De lo contrario, esa cosa esperará a que

         Mangosta  se  acerque,  le  dará  un  buen  golpe  y…  —Se

         estremeció—. Tendré suerte si consigo encontrar de ella lo


         bastante para un funeral. Así que lo que tenemos que hacer

         ahora, coronel, es cabrear lo bastante a esa cosa como para

         distraerla. O… —debía ser justo, este no era el trabajo de

         Sanderson— si me deja la pistola no tiene que quedarse.




                Ella  lo  miró,  los  ojos  oscuros  muy  brillantes,  y  a

         continuación  se  giró  para  mirar  a  la  reproductora,  que

         estaba balanceando la  informe  cabeza  en pequeños  arcos,
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