Page 27 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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         aunque ahora ya no acudía ni a la ficción ni a la historia, sino

         que le narraba sus propias experiencias. Le habló de cómo


         Emma Percy rescató a aquel chico cerca de Savannah y de

         cómo  dispararon  al  soldado  Michaels  cuando  hizo  de

         señuelo para atraer el fuego y cubrir así a la sargento Kay

         Patterson,  sin  que  los  robots  de  combate  pudieran  hacer


         nada porque los habían engañado para que abandonaran su

         posición en una escaramuza cerca de Seattle.



                Belvedere  escuchaba  y  demostró,  para  sorpresa  de

         Calcedonia,  que  podía  repetir  la  esencia  de  la  historia


         aunque no la contara con las mismas palabras. Tenía buena

         memoria, aunque no tan buena como la de una máquina.



                Un día, cuando Belvedere andaba por la playa lejos del

         alcance de la vista, Calcedonia lo oyó gritar.



                Llevaba días sin moverse. Se agazapó en la arena en un

         ángulo extraño con el miembro inútil escorado en la playa,


         dejando los collares sin terminar sobre la roca que le servía

         de improvisado banco de trabajo.



                Trozos de piedra, vidrio y alambre se desperdigaron por

         la roca cuando se lanzó sobre las extremidades que no tenía


         fundidas.  Se  irguió  como  un  látigo  al  primer  intento,

         asombrada, a pesar de que hubo un momento de tambaleo

         debido  a  la  falta  de  estabilidad  de  los  giroscopios,  que
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