Page 123 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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—¿Lo hicieron los bichos? —preguntó Nell.
—Por la forma en que está fabricado, tan
digitalmente, cada hilo por encima y debajo de
otros hilos y que van por encima y debajo de todos
los otros hilos... —Harv se detuvo durante un
momento, con la mente sobrecargada por la
audacia inhumana de la cosa, el promiscuo marco
de referencia—. Tienen que ser bichos, Nell, nada
más podría hacerlo.
Medidas de seguridad adoptadas por
Atlantis/Shanghai
Atlantis/Shanghai ocupaba el noventa por ciento
más alto del territorio de Nueva Chusan, una
meseta interior a un kilómetro por encima del nivel
del mar, donde el aire era más fresco y más limpio.
Algunas secciones estaban delimitadas por una
hermosa verja de hierro, pero la verdadera frontera
estaba defendida por algo llamado la red de la
jauría de perros: un enjambre de aeróstatos semi‐
independientes.
Un aeróstato era cualquier cosa que colgase del
aire. No era un truco difícil de conjurar. Los
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