Page 124 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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materiales nanotecnológicos eran más fuertes. Los
ordenadores eran infinitesimales. Las fuentes de
energía eran más potentes. Era casi difícil no
construir algo que fuese más ligero que el aire.
Cosas realmente simples como materiales de em‐
paquetamiento —los constituyentes básicos de la
basura— tendían a flotar por todas partes como si
no pesasen nada, y los pilotos de aeronaves se
habían acostumbrado a ver bolsas de la compra
desechadas volando por delante (y meterse en los
motores) incluso a diez kilómetros por encima del
nivel del mar. Visto desde una órbita terrestre baja,
la atmósfera superior parecía tener caspa. El
Protocolo insistía en que todo fuese más pesado de
lo necesario, para que cayese, y que pudiese
degradarse por la luz ultravioleta. Pero algunas
personas violaban el Protocolo.
Dado que era fácil fabricar cosas que flotasen en
el aire, no era mucho más complicado añadir una
turbina. No era más que una simple hélice, o una
serie de ellas, montada en un filamento tubular
alrededor del cuerpo del aeróstato, que tomase aire
por un lado y que lo expulsase por el otro para
producir un impulso. Un dispositivo construido
con varios impulsores apuntados en ejes diferentes
podía permanecer en una posición, e incluso
navegar por el espacio.
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