Page 228 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
P. 228
cho terrestre, que le permitiera saber por adelanta‐
do..., que ese Dios estaría aquí.
Meneó la cabeza y prosiguió:
—No, no. Además, éste era el Objetivo Tres. En
principio, ni siquiera estaba previsto que se esta‐
blecieran aquí. Este sistema solar no había recibido
ninguna sonda Génesis desde la Tierra. Supongo
que si Heinrich Strauss hubiera salido hacia otra
colonia cualquiera, no habría sido más que un cien‐
tífico destacado, aficionado a jugar con alambiques
y retortas en sus horas libres. Ha tenido mucha
suerte. Demasiada.
—¿Cómo puedo llegar a ser más de lo que soy?
—preguntó la máquina con impaciencia.
—Es sencillo —sonrió Muthoni—. Ve y busca n
otras de tu especie, y juntaos. Y si hay entre voso‐
tras algún campo de repulsión o de inhibición,
bien, pues utilízalo para forzar la unión; que las
demás, repelidas por ti, se vean obligadas a juntar‐
se. ¡La coincidencia de los contrarios!
Con un zumbido, la máquina‐ballesta se alzó
sobre unas diminutas piernas y se puso en marcha.
Muthoni lanzó una sonora carcajada.
—Espero que hayas sido sincera en tu intento
de ayudar —observó Jerónimo—. No olvides que
Él lo ve todo.
228

