Page 231 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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propias advertencias en cuanto a los vinos del In‐
fierno.
En lo subjetivo, la taberna crecía hasta absorber
toda la atención; sólo la entrada, cuya irregular
abertura permitía divisar algo de las fogatas exte‐
riores y del cielo estrellado, recordaba que allí fue‐
ra continuaba el tórrido panorama invernal de gue‐
rra, de inutilidad y arbitrariedad. Al fondo de la
taberna, sin que se pudiera precisar la distancia,
una escalerilla desaparecía hacia arriba, a través de
un agujero del techo, que parecía servir principal‐
mente de chimenea para llevarse los relentes de los
alientos vinosos y los humos de la carne chamus‐
cada.
—Conque lo habéis conseguido —sonrió la ro‐
sada, gordinflona y alegre pelandusca en el regazo
de Sean—. ¡Bienvenidos al Mesón de la Última Pa‐
rada!
Dicho lo cual le estampó un empalagoso beso.
En aquella taberna todo resultaba acogedor pero
un tanto exagerado.
—¿Qué hacéis vosotros aquí? —preguntó él un
poco tontamente.
Ella guiñó el ojo.
—Beber. Hacer el amor. Comer a dos carrillos y
pasarlo bien.
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