Page 23 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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Tania lanzó una carcajada burlona.

                      —No sé cómo se puede transmitir energía a las

               moras, pero lo que es a los pájaros, ¡menudo efecto


               les produce! ¿No es un pinzón ése de ahí? Aun con

               la  gravedad  que  tienen  aquí,  ¿no  está  demasiado

               gordo para servirse de sus alas? ¡Claro que necesita


               comer  bayas  gigantes!  Me  pregunto  si  se  comerá

               también a las personas como si fuesen lombrices.

                      Denise se sonrojó.


                      —Quizá las antenas irradian..., ¡ejem!..., ¿vibra‐

               ciones benéficas?


                      —¿Sabéis una cosa? Todo esto, esa roca, el pai‐

               saje entero, me recuerda algo—dijo Sean.

                      Por supuesto, el paisaje no era el único enigma.


               El planeta, aunque un poco más pequeño que Ma‐

               ne, poseía una atmósfera similar a la de la Tierra.


               Debía ser mucho más denso que Marte o la Tierra,

               abundante en elementos pesados como un riquísi‐

               mo lodo industrial, ya que la gravedad al nivel del


               suelo venía a ser como tres cuartas partes de la te‐

               rrestre.  El  clima  era  templado,  sin  que  se  supiera

               cómo podía ocurrir tal cosa, puesto que, según las


               apariencias, el mismo hemisferio siempre se orien‐

               taba hacia el sol (cosa implausible dada la distancia

               a  que  estaba  aquél).  Y  no  sólo  era  templado,  con


               una diferencia de temperaturas de sólo veinte gra‐

               dos entre los polos y el ecuador de la cara ilumina‐

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