Page 24 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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da, sino que además el hemisferio oscuro presenta‐

               ba aquellas zonas calientes. Aunque este lado mos‐

               trase abundantes síntomas de actividad volcánica,


               en cambio no había ni rastro de volcanes en los tres

               anchos  y  profundos  valles,  limpiamente  trazados

               entre polo y polo, que seguían las divisorias orien‐


               tal y occidental entre el día y la noche, así como dos

               tercios de un meridiano de la cara diurna, dividida

               así por una gran trocha. Excepto esta divisoria, to‐


               do el hemisferio diurno era de una notable regula‐

               ridad. Y estaba formado por tierras: colinas bajas y


               praderas, todo ello moteado de lagos y cruzado por

               ríos y arroyos. No se veía ningún mar. La gran di‐

               visoria de la cara iluminada hubiera podido ser un


               mar estrecho que abarcase de polo a polo, pero no

               lo era. Así pues, ¿dónde estaba la gran masa hídri‐


               ca, y dónde el ciclo atmosférico del agua?

                      La cara diurna, geográficamente distribuida en

               superficies  de  un  tercio  y  dos  tercios  por  la  gran


               trocha, quedaba a su vez confinada entre las sepa‐

               raciones oriental y occidental, casi como si estuvie‐

               ra puesta en una especie de marco...


                      Y  el  contenido  de  ese  marco,  el  paisaje,  enco‐

               naba la clave. Mientras Sean miraba hacia el exte‐

               rior,  dos  cabezas,  la  una  negra  y  la  otra  dorada,


               asomaron por la grieta de la carcasa de granada...,

               aturdidas todavía por la bajada de la nave, tal vez

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