Page 272 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
P. 272

guien como ejemplo de la conciencia ordinaria. Lo

               que viven todos los demás son, fundamentalmente,

               procesos inconscientes, y no me convencerás de lo


               contrario..., digan lo que digan Loquela, el herma‐

               frodita y todos los demás.

                      —Bien, así ¿tienes también una idea de lo que


               está pasando? Con eso somos cuatro.

                      —Siete  —replicó  Sean—.  Tal  vez  siete.  No  ol‐

               videmos a Faraday y a los otros dos.


                      —Espero que se encuentren bien, y que no se

               los haya comido ningún león. Podrían pasarse en el


               Infierno  dando  vueltas  como  una  cinta  sin  fin  —

               comentó Muthoni.

                      —Todo  esto  está  muy  bien  para  vosotros,  los


               que habláis con Dios —exclamó Jerónimo, cedien‐

               do a la autocompasión—. Pero no para mí. Esta vez


               me  faltó  un  pelo.  ¿Sabéis  una  cosa?  No  pienso

               apartarme ni un milímetro de vosotros. Como si es‐

               tuviera  pegado.  Ya  lo  he  dicho  otras  veces:  voso‐


               tros sois mi suerte.



                      Caminaban  por  la  sabana,  en  dirección  hacia


               los montes, cuando saltó de entre la hierba un leo‐

               pardo y echó a correr hacia ellos.

                      —¡Oh, no, Dios mío! —exclamó Jerónimo, que


               se  escondió  sin  vergüenza  alguna  detrás  de  Mu‐





                                                           272
   267   268   269   270   271   272   273   274   275   276   277