Page 364 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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ello. Sobraba tiempo para ello. El sol todavía estaba
inmovilizado en el cenit y calentaba su piel a través
de la túnica, lo mismo que la piel desnuda de sus
amigos, marcando un tiempo siempre presente...
—¡Realmente les hemos dado la vida, oh Bellastre‐
llas!
—Nos hemos dado la vida nosotros mismos, ¡oh
elemental!
—No. Esta proyección ha alcanzado la autonomía.
La integridad, la autenticidad. ¡Estoy seguro de ello!
—Es posible que se comportaran de esa manera.
¡De mala gana! ¿Podremos estar seguros de ello alguna
vez? ítem, sin duda la interacción entre sus hemisferios
cerebrales, el derecho y el izquierdo, era más sutil de lo
que ellos mismos habían advertido.
—¡Por eso, oh elemental /Con un asomo de sarcas‐
mo/ introdujimos la retroalimentación para alcanzar un
modelo probabilístico más perfeccionado! Insertamos la
llegada de una nave espacial. Nuestro elemental bellas‐
trella «Athlon» se ha portado magníficamente. Su in‐
fluencia sobre toda la proyección reintegrará en sus psi‐
cologías esos cabos sueltos.
—Pero al hacerlo, quizá desarrolle un vector dife‐
rente del de nuestro elemental «Knossos». Para Knossos,
la «Evolución» es una finalidad. Para Athlon, básica‐
mente la evolución no es más que una superposición de
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