Page 76 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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vehículo para escapar del mismo, o todo lo contra‐
rio, procurasen evitar la pérdida de tan precaria
posición.
Por otro camino de herradura, entre juncos y
retamas, vieron asomar un oso pardo. En seguida,
el animal se irguió sobre sus patas traseras y les
miró de reojo, balanceándose, y luego se volvió y
se puso a bailar pesadamente. Así se alejó camino
abajo, meneando los lomos como si les invitase a
unírsele y bailar la conga.
Prefirieron encaminarse por otra ruta menos
frecuentada por las bestias, al menos durante un
rato.
—Clo, clo, clo.
El cloqueo frenético procedía de un vallecito
recubierto de musgo. El arroyo que lo cruzaba des‐
aguaba en un estanque lleno de verde lujurioso, y
luego continuaba como si a la corriente se le hubie‐
ra atragantado una botella.
Una gallina grande como una oveja se afanaba
sobre una puesta de huevos que parecían balones
de rugby. Uno de éstos acababa de abrirse para dar
paso a un pato salvaje totalmente desarrollado que
corría hacia el agua dando graznidos. Mientras
continuaba el consternado cloqueo, otra cáscara se
rompió debajo de ella y otro pato salvaje (esta vez
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