Page 80 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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do a la electricidad que se formaba entre los jinetes

               masculinos y las mujeres que se bañaban. Mientras

               ellas  aguardaban,  nadaban  o  jugaban  a  la  pelota


               con la gran baya, que intentaban parar con la cabe‐

               za para mantenerla unos momentos en equilibrio,

               los jinetes giraban alrededor acumulando energía.


                      —¿Recuerdas  qué  es  eso?  —preguntó  Mu‐

               thoni—. ¿Qué hacen ahí?

                      —Interpretan la pintura del Hosco..., la cabal‐


               gata alrededor del lago. ¡Por Dios! Lo son. Y siem‐

               pre en sentido contrario al de las agujas del reloj,


               siempre a la izquierda. Siniestra —agregó Sean en

               voz baja.

                      —¿Qué  tiene  de  siniestra?  —preguntó  Deni‐


               se—. Es como si estuvieran preparándose para al‐

               gún tipo de orgía religiosa. Y bien, las orgías pue‐


               den ser «divertidas» —añadió con una risita.

                      —Te  arrastran  hacia  allá,  ¿verdad?  Tengo  ga‐

               nas  de  salir  corriendo,  de  subirme  yo  también  a


               lomos  de  un  venado  o  de  un  jabalí,  y  de  rodar  a

               más no poder. Sólo que me parece que llegamos un

               poco  tarde  a  ésta.  Todas  las  cabalgaduras  están


               ocupadas y bastante fatigadas ya en estos momen‐

               tos. El carrusel gira..., demasiado tarde para subirse

               a él.








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