Page 78 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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habéis visto, aquí las criaturas se han librado de sus
instintos, en el sentido antiguo de patrones de con‐
ducta pro gramados e ineludibles. Los instintos se
han vuelto abiertos, inteligibles y maleables. Todas
las criaturas gozan de ese privilegio. Una gallina
puede tener voluntad de cambiar. E incluso un pez.
Si puede llegar a concebir la alteración. Y puede.
Por desgracia, la madre Clueca no ha pasado de
eso de concebir. Pero ya es un paso en el sentido
derecho..., o tal vez debería decir mejor en el senti‐
do izquierdo.
—¿Cómo? ¿Hein?
—El camino izquierdo es el de la sabiduría —
murmuró Jerónimo, pero siguió por lo derecho del
sendero, en aparente contradicción con sus senti‐
mientos.
En aquellos instantes el bosque y el matorral
empezaban a ralear, mientras el terreno se elevaba
hacia una cresta que dominaba un valle: un anfitea‐
tro de césped con un lago en medio. El lago era
perfectamente circular, con orillas tan bien deli‐
neadas como si las hubieran trazado con un com‐
pás y recortado con alguna herramienta; el agua
era de un azul especialmente brillante. Una banda‐
da de animales y de personas daba vueltas alrede‐
dor del lago, a una distancia discreta.
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