Page 234 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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dificultad, y cuando se ensucia de sangre, la mancha
empieza por ser de color brillante, y luego cuaja y
pierde poco a poco el color a medida que los glóbulos
rojos se ahogan y mueren. En esos cuadernos escolares,
el color se reparte de manera irregular: la fuerza de la
gravedad, así como diversos vectores moleculares de
movimiento, amontonan la sangre en una determinada
zona dentro de la mancha y es allí donde ésta será más
oscura.
A primera vista, esta disgresión puede parecer
insustancial, pero no logré pensar en otra cosa mientras
tenía los ojos puestos en la mancha de sangre y trataba
de apaciguar mi corazón desbocado. Era una mancha
grande y de coloración regular. El papel viejo se había
bebido la sangre con avidez, sin abarquillarse, como la
tierra que se bebe el agua al cabo de un mes de julio
muy seco, casi incapaz de saciarse, por mucha que se
vierta sobre ella.
Esa sed vampírica no se encuentra en el papel
cuadriculado o pautado de los cuadernos escolares. Las
gigantescas fábricas de la industria papelera de la Rusia
postsoviética generan cientos de toneladas de
cuadernos escolares al año, pero no tienen medio
alguno para insuflar vida en el papel. Sin embargo, la
vida que alentaba dentro del papel de aquella crónica
era perceptible...
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