Page 259 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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—Eso está escrito en español —le dije con todo el
tacto del que fui capaz, pero tan sólo me gané una
mirada penetrante y recelosa.
—Pues mire que usted también es raro —ladró la
mujer.
—Dígame, Serafima Antonovna... ¿usted no oyó
nada anoche? Oí barullo en la escalera, me despertaron
varias veces.
Y enarqué yo también ambas cejas, para que se
notara que me ponía del lado de los vecinos amantes
del orden y condenaba tajantemente todo tipo de
gamberrismo, como los alcohólicos del quinto y la
familia del piso de arriba que se ponía a taladrar las
paredes pasadas las diez.
—¡Pues claro que lo he oído! Si hasta vino la policía
por el jaleo que armaron los del quinto. Me lo ha
contado Svetlana Sergeyevna. Ya sería hora de que
echáramos a esos borrachuzos. Tendríamos que volver
a reunir firmas.
Le había empezado a temblar ligeramente la
barbilla y los finos rizos se le cayeron sobre la cara y las
grasas del cuello.
Empezó a desabrocharse el abrigo, porque
indudablemente contaba con que proseguiría la
conversación, pero yo me había ocultado ya detrás de la
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