Page 40 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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Kümmerling, en el que no se empleaba ni una sola
palabra en hablar de su cultura. El autor se contentaba
con deplorables fotos de cráneos, pirámides a medio
desmoronarse y campos para juegos de pelota
invadidos por la jungla, así como una detallada lista de
las ciudades abandonadas donde se habían tomado las
fotografías y descubierto los yacimientos arqueológicos.
Pero, al fin, un casual descubrimiento me empujó a
comprar el libro. En la introducción, Kümmerling
citaba como de pasada al obispo franciscano Diego de
Landa, quien, por lo visto, era una figura histórica y
había sido en su tiempo director de su orden en la
ciudad de Izamal, en Yucatán. Se hablaba también
brevemente de cierto auto de fe que había sido motivo
de que se ordenara su regreso a España, donde las
máximas autoridades eclesiásticas habían estudiado el
caso. Sin embargo, se llegó a la conclusión de que su
proceder había sido correcto, y fray Diego de Landa
regresó a Yucatán, que era ya su segunda patria, para
asumir en sus años de ancianidad el merecido rango de
obispo.
Por desgracia, el texto no narraba con detalle los
acontecimientos en los que había estado envuelto el
guardián del convento de los franciscanos, aun cuando
su nombre volviese a aparecer en unos pocos pasajes,
sobre todo en referencia al desciframiento de la
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