Page 56 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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destino de nuestros hombres, y descuidáramos del mismo
modo muchos otros asuntos.
Que el señor Vasco de Aguilar y yo mismo perdimos la
paciencia no mucho más tarde, y preguntamos tanto a Juan
Nachi Cocom como a Hernán González si el camino tenía que
ser aún muy largo, y por qué la ciudad con templos de la que
nos había hablado fray Diego de Landa se hallaba en tan
recónditos lugares de la selva, muy alejada de todas las
antiguas capitales que, como es público y notorio, se hallan al
nordeste y al noroeste de Maní.
Que, en un primer momento, Juan Nachi Cocom no
quiso hablar de ello, pero más adelante nos informó sobre un
territorio maya prohibido que se hallaba al sur de donde nos
habíamos detenido nosotros. Que, al parecer, era allí donde se
encontraban las ciudades abandonadas con los templos que
debíamos visitar. Que para un indio era ya blasfemia acceder
a esos parajes con propósitos impíos, y que había de tener un
gran coraje quien no se arredrara ante la venganza de los
dioses de los indios. Que él, sin embargo, Juan Nachi Cocom,
estaba bautizado y creía en Jesucristo y en la Santa Virgen
María, y que por ello había recibido la bendición de su padre
espiritual fray Diego de Landa; que por ello nos acompañaría
hasta el final, ocurriera lo que ocurriese. Que Juan Nachi
Cocom, mientras nos decía todo esto, temblaba como presa de
las fiebres y lloraba como un niño.
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