Page 58 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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Me tendí en el suelo, con una taza de té recién
hecho, frente al atlas abierto. Dejé a mi lado, por si
acaso, Los misterios de Kümmerling, en los que también
se podían consultar algunos mapas de ciudades
antiguas y yacimientos arqueológicos. Y así, me puse en
marcha con los cincuenta soldados españoles partidos
de Maní por el camino que llevaba a los territorios
inexplorados del sudoeste.
Por supuesto que en el tiempo en el que partimos
de la antigua capital de los mayas existían ya mapas de
Yucatán. Hernán Cortés había sometido varias décadas
antes a los aztecas en el valle de México, y se había
enfrentado a su crueldad y astucia animales con una
brutalidad, sagacidad y felonía aún más grandes. Luego
había deambulado durante muchos años por América
central para reprimir las insurrecciones, saquear, violar
y proclamar ante los paganos el poder de la corona
española y de la Iglesia católica.
Por otra parte, Kümmerling mencionaba a un tal
Pedro de Alvarado, al que también hacía referencia el
autor de la extraña relación. Ese conquistador se había
hecho famoso al someter a varias tribus indias de
Guatemala, y, al parecer, también de Honduras, desde
donde anduvo a través de los Andes hasta llegar a
Yucatán.
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