Page 90 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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D Dm mi it tr ry y   G Gl lu uk kh ho ov vs sk ky y                                                                                                                              S Su um me er rk ki i   ( (C Cr re ep pú ús sc cu ul lo o) )


           vez más en la espesura, en parajes inhóspitos, donde tal

           vez no había puesto pie ningún hombre.


                  Para  estar  seguro,  estudié  de  manera  exhaustiva


           todos los mapas de Yucatán que se hallaban en la obra

           de  Kümmerling,  en  los  que  aparecían  indicados  los

           lugares  donde  los  mayas  se  habían  asentado  en  las


           distintas  épocas.  Se  dividían  en  períodos:  temprano,

           clásico y posclásico (este último era el de la conquista


           por  los  españoles).  Los  lugares  y  nombres  de  los

           asentamientos                   variaban,              corrientes              migratorias

           inexplicables  llevaban  a  los  indios  de  unas  tierras  a


           otras, en una zona abandonaban las ciudades, en otras

           construían nuevas, y aun había algunas que renacían de

           sus ruinas... pero el lugar adonde los guías conducían a


           mis  españoles  había  estado  deshabitado  durante

           milenios. Ni siquiera en el ápice de su civilización, tras

           construir el poderoso imperio que sobrepasó incluso las


           fronteras de Yucatán, habían osado los mayas penetrar

           en ese territorio del sudoeste de la península.


                  Fui  a  la  cocina,  calenté  agua  y  me  llevé  a  la


           habitación la tetera con el té recién hecho. Habría sido

           una  herejía  que  me  sentara  perezosamente  en  el  sofá


           hasta  que  el  té  hubiera  reposado,  por  no  hablar  del

           tiempo que habría podido perder en la preparación de

           una  cena.  Pero  no  sentía  hambre  y  la  dulzura  del  té


           apaciguó los movimientos todavía insignificantes de mi

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