Page 99 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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descubrí nada extraño ni sospechoso.
Que los soldados festejaron y bebieron hasta la mañana y
no les estorbé, porque habían recorrido buena parte del
camino y se merecían sobradamente un reposo. Que los hubo
que aún empinaban el codo cuando me eché a dormir y seguí
oyendo el tumulto. Que no desperté hasta la mañana, porque
había oído la voz de un animal, que confundí con el rugido de
un jaguar. Que, con todo, el animal estaba demasiado lejos y
la voz no se repitió, y que por ello no me levanté del lugar
donde yacía y eché una nueva cabezada.
Que esa misma mañana, después de que el centinela nos
despertara, un soldado vino a la carrera y me dijo que nuestro
guía Hernán González se había ahorcado durante la noche
con una cuerda y que de tal manera se había quitado la vida.
Que, en efecto, encontré al mestizo colgando de un árbol, a
pocos pasos del lugar donde se había instalado para pasar la
noche, el mismo sitio donde yo lo había dejado la noche
anterior entregado a la plegaria.
Que el centinela a quien había ordenado vigilarle no supo
darme ninguna explicación de cómo había podido suceder tal
cosa ni en qué hora se había quitado la vida Hernán
González. Que me dijo que no le había quitado el ojo de
encima a González durante toda la noche, aun cuando éste no
pudiera darse cuenta. Después de rezar, dijo, se había
acostado y permanecido en silencio y en sueño profundo, y
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