Page 139 - STARMAN'S QUEST - Silverberg Robert
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Alan no veía a Steve.

                   Se iluminó el tablero y el joven se puso a jugar

              por primera vez.


                   Hizo  una  combinación.  Pasaban  rápidamente

              por el tablero rayos dorados, que se mezclaban con

              parpadeos rojos y azules. Llegó el primer número.


              Alan lo integró en seguida y se dio cuenta de que

              había hecho mal su combinación. La borró y puso


              nuevos guarismos basados en el número que él te‐

              nía.  Vio  con  desagrado  que  operaba  con  más  len‐

              titud que los otros jugadores.


                   Pero no se desanimó por eso. Le sudaba la cara y

              el cuello. No manipulaba los controles con la des‐


              treza de Hawkes. Ese juego resultaba difícil para un

              principiante;  con  el  tiempo  lo  dominaría,  pero  en

              aquel momento…


                   —Setenta y siete sube doce sobre trece — gritó el

              croupier.

                   Alan  movió  las  palancas.  Vio  la  atracción  que


              ejercía  ese  juego  en  los  terrícolas.  Era  juego  que

              requería concentración, atención profunda, no pen‐

              sar en nada más. Era imposible pensar y competir


              al  mismo  tiempo.  Era  un  juego  que  brindaba

              ocasión de huir de las desagradables realidades de


              la vida que se llevaba en la Tierra.

                   —Seiscientos doce sigma cinco.



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