Page 216 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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Uh‐huh.
La muchacha bostezó. Él oyó el ronco sonido de
su garganta al desperezarse y un fuerte gruñido. La
joven prosiguió su inspección. «Oh, Dios mío, los
bocadillos y el otro termo», pensó él. «¡Maldita niña
curiosa!».
Catherine dijo:
—Croquet.
Después, a los pocos minutos, añadió: «Oh,
vamos» y, volviendo a subir las escaleras, cerró la
puerta de golpe. Si Beth estaba haciendo la siesta,
aquello la despertaría.
Cuando Scott salía de debajo del tanque de
combustible, oyó cerrarse de golpe la puerta trasera
y los pasos de Catherine en el piso de arriba. Se
levantó y volvió a poner el termo sobre el brazo de
la silla. Ahora tendría que permitir que Lou cerrase
la puerta con llave. «Vaya una estúpida».
Empezó a pasear de arriba abajo, como un
animal enjaulado. ¡Muchacha entrometida! No se
podía confiar en ninguna. El primer día, y ya tenía
que inspeccionar toda la casa. Probablemente
registraría todos los escritorios, cajones y armarios.
¿Qué pensaría al ver ropa masculina? ¿Qué
mentira tendría que decirle Lou… o le habría dicho
ya? Sabía que le había dado a Catherine un nombre
falso. Como en la casa no se recibía correo de
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