Page 220 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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el brazo de la silla y contempló melancólicamente


            la  madera  naranja  que  había  entre  sus  dedos


            separados. «¡Vaya color para unas sillas!», pensó.


            «¡Qué idiota debía ser el anterior propietario!».


                   Se escurrió de la silla y empezó a pasear. Tenía


            que  hacer  alguna  cosa,  aparte  de  estar  sentado  y


            mirar  al  vacío.  No  tenía  ganas  de  leer.  Recorrió



            inquietamente  el  sótano  con  la  mirada.  Algo  que


            hacer, algo que hacer…


                   Se  acercó  impulsivamente  a  una  escoba  que


            estaba  apoyada  contra  una  pared  y,  cogiéndola,


            empezó a barrer. El suelo estaba muy sucio; había


            polvo  por  todas  partes,  piedras  y  astillas  de


            madera.  Lo  recogió  todo  con  rápidos  y  bruscos


            movimientos; hizo un montón junto a las escaleras


            y tiró la escoba al lado del frigorífico.



                   ¿Y ahora qué?


                   Se  sentó  y  tomó  otra  taza  de  café,  dando


            nerviosos puntapiés a la pata de la silla.


                   Mientras estaba bebiendo, la puerta trasera se


            abrió  y  cerró,  y  oyó  a  Beth  y  Catherine.  No  se


            levantó, pero dirigió la mirada hacia la ventana y al


            cabo  de  un  momento  vio  pasar  sus  piernas



            desnudas.


                   No  pudo  evitarlo.  Se  levantó,  fue  hasta  el


            montón de cajas y trepó a ellas.


                   Se  encontraban  junto  a  la  puerta  del  sótano,






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