Page 226 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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La oyó taconear ruidosamente. Volvió a dar un
puntapié a la silla. Dio otro puntapié a la estufa y
ésta resonó con un sonido desagradable. «¡Deja en
paz tus malditos pies!», explotó su cerebro.
—Croquet —dijo ella. Oyó que uno de los
mazos era arrastrado fuera de su percha—. Mmm
—repitió la joven, algo más divertida—. ¡Cuidado!
—el mazo cayó pesadamente sobre el cemento.
Scott avanzó cautelosamente hacia la derecha.
Rozó la áspera pared de cemento con la camisa y se
inmovilizó bruscamente. La muchacha no le había
oído.
—Uh‐huh —decía—. Aros, mazos, bolas y
estacas. ¡Estupendo!
Él la observó detenidamente. La muchacha
estaba inclinada sobre los útiles de croquet. Se
había aflojado los tirantes del sostén mientras
tomaba sol, y ahora que estaba agachada tenía los
senos casi al descubierto. Incluso en aquella luz
mortecina, él veía la clara línea de demarcación
entre la piel bronceada y la piel blanca como la
leche.
¡No!, oyó que alguien le rogaba en su interior.
No; retrocede. Te verá.
Catherine se agachó un poco más para coger
una pelota, y el sostén acabó de caérsele.
—¡Anda! —exclamó Catherine, poniendo
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