Page 232 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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posaron en la ventana del comedor, y la lluvia le
salpicó los ojos y corrió por su cara, mojándole las
mejillas. «¿Y ahora, qué?», pensó. El aire helado y la
lluvia empezaban a enfriar sus impulsos.
Dio la vuelta a la casa, sin apartarse de la base
de ladrillos, hasta que llegó al porche. Entonces
corrió hacia las escaleras y las subió. «¿Qué estás
haciendo?», se preguntó. No lo sabía. No era su
mente la que dirigía el paseo.
Se puso de puntillas, y miró cautelosamente
hacia el interior del comedor. Allí no había nadie.
Escuchó, pero no oyó nada. La puerta que conducía
a la habitación de Beth estaba cerrada; debía estar
tomando una siesta. Desvió la mirada hasta la
puerta del cuarto de baño. Estaba cerrada.
Volvió a apoyarse sobre los talones y lanzó un
suspiro. Se lamió las gotas de lluvia que le colgaban
de los labios. «¿Y ahora, qué?», volvió a
preguntarse.
Dentro de la casa, la puerta del cuarto de baño
se abrió.
Con un sobresalto, Scott se apartó de la ventana
al oír en la cocina unos pasos amortiguados que no
tardaron en desvanecerse. Creyó que la muchacha
habría entrado en el salón, y se acercó nuevamente
al extremo de la ventana, alzándose sobre las
puntas de los pies.
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