Page 243 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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resultaba  algo  normal,  demasiado  real.  Había


            dejado de ser un fenómeno.


                   Cuando  terminó  de  beber,  se  dirigió  hacia  la


            boca  de  la  manguera,  sacudiendo  los  pies  para


            eliminar el agua de sus sandalias. Marzo seguía su


            curso, pensó; su curso hacia la nada. El catorce de


            marzo. Al cabo de una semana, el primer día de la



            primavera se abatiría sobre la isla.


                   Pero él no lo vería.


                   Una vez en el exterior, regresó a la caja de cartón


            y se detuvo junto a ella, apoyando la palma de una


            mano  en  la  superficie.  Paseó  la  mirada  por  el


            sótano. «¿Y bien?», pensó. ¿Qué ocurriría entonces?


            ¿Se introduciría bajo la tapa y volvería a sumergirse


            en  el  sueño  de  los  vencidos?  Se  mordió


            nerviosamente                       el       labio            inferior             mientras



            contemplaba el precipicio que conducía a las tierras


            de la araña.


                   Debía mantenerse alejado de allí.


                   Dio una vuelta en torno al bloque de cemento,


            con  la  esperanza  de  encontrar  alguna  miga  de


            galleta. Encontró una muy sucia, rascó su superficie


            y  siguió  andando,  sin  dejar  de  masticar



            pensativamente. Bueno, ¿qué iba a hacer? ¿Volver a


            la cama o…?


                   Se  detuvo  en  seco,  y  se  quedó  clavado  en  el


            suelo. En sus ojos brilló una llama. Separó los labios






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