Page 244 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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en una sonrisa.
Muy bien. Tenía un cerebro. Lo usaría. Al fin y
al cabo, ¿no era aquél su universo? ¿Acaso no podía
determinar sus valores y significados? ¿Acaso no le
pertenecía la lógica de una vida en el sótano, a él,
que vivía solo en aquel sótano?
De acuerdo. Había planeado suicidarse, pero
alguna cosa se lo había impedido. Podía llamarse
de muchas maneras, pensó: miedo, deseo
inconsciente de sobrevivir, la acción de una
inteligencia exterior que le protegía… Pero, fuera lo
que fuese, había ocurrido así. Seguía con vida, y su
existencia no había sido violada. Las funciones
positivas aún eran posibles; las decisiones seguían
siendo suyas.
—Muy bien —murmuró. Estando vivo, podía
hacer muchas cosas.
Fue como la desaparición de la neblina en su
cerebro, como el embate de un viento helado sobre
un reseco desierto de intenciones. Hizo —
absurdamente, quizá— que lanzara los hombros
hacia atrás, que se moviera con más seguridad y
que hiciera caso omiso del dolor de su cuerpo. Y,
como si se tratara de una instantánea recompensa,
encontró un gran fragmento de galleta detrás del
bloque de cemento. Lo limpió y se lo comió. Tenía
un sabor horrible, pero no le importó; era alimento.
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