Page 240 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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                   Un trueno le despertó. Sus dedos se crisparon


            bruscamente y sus ojos se abrieron de par en par.


            Hubo  un  instante  de  ofuscada  desorientación,


            durante  el  cual  su  conciencia  se  mantuvo



            sumergida debajo del impacto de aquel repentino


            despertar. Sus ojos miraban sin ver; su rostro era


            una  máscara  pálida  y  tensa,  y  la  boca  un  trazo


            oculto por la barba.


                   Entonces  se  acordó,  y  las  cicatrices  de  la


            preocupación y la derrota surcaron nuevamente su


            frente y las órbitas de sus ojos. Dejó de ver al cerrar


            los  párpados  y  extendió  las  manos.  Sólo  el  débil


            murmullo de su garganta revelaba el dolor que le



            ocasionaba el estrépito.


                   A  los  cinco  minutos  la  estufa  se  apagó,  y  el


            sótano quedó sumido en un pesado y vasto silencio.


                   Con  un  gruñido  se  sentó  lentamente  en  la


            esponja. Su dolor de cabeza había desaparecido casi


            por  completo.  Sólo  cuando  hacía  alguna  mueca


            volvía  a  notarlo.  La  garganta  seguía  doliéndole,



            tenía el cuerpo lleno de magulladuras y punzadas,


            pero  por  lo  menos  el  dolor  de  cabeza  había


            desaparecido y —se tocó la frente— la fiebre había


            cedido un poco. Pensó que todo aquello se debía a






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