Page 261 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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tamaño; lámparas que podía encender y apagar, sin
tener que quedarse debajo como si fueran árboles.
Ella entró en la pequeña habitación y le vio allí.
Los músculos del estómago se le contrajeron
súbitamente. Permaneció en el mismo lugar,
mirando inexpresivamente a la mujer y pugnando
por articular palabras de sorpresa que no lograban
salir de su garganta.
La mujer parecía clavada en el suelo, con una
mano en la mejilla, los ojos desorbitados de
sorpresa. El tiempo se detuvo para ellos mientras se
contemplaban mutuamente. Es un sueño —le
repetía su mente—. Es un sueño.
Entonces la mujer se dirigió lentamente hacia la
puerta. Él se apartó, y estuvo a punto de caerse
escaleras abajo. Consiguió agarrarse fuertemente a
la barandilla y recobró el equilibrio justo en el
momento en que la mujer abría la minúscula
puertecita.
—¿Quién es usted? —preguntó ella, en un
murmullo asustado.
Él no podía apartar la mirada de aquel rostro
tan frágil; la nariz y los labios como de una muñeca,
los ojos como canicas verde pálido, las orejas como
pétalos de rosas apenas visibles a través de la
abundante cabellera dorada.
—Por favor —insistió la joven, aguantándose el
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