Page 256 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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patada a la portezuela y la empujó con el hombro.


                   —Bueno, al demonio… —murmuró entonces y,


            siguiendo un impulso repentino, bajó el cristal de la


            ventanilla.


                   Se         sentó            en         el        borde,             balanceando


            nerviosamente las piernas. El viento helado le hizo


            estremecerse.  Sus  zapatitos  daban  golpes  a  la



            puerta. «Me voy; no me importa nada». Se decidió


            bruscamente,  se  descolgó  por  el  borde  de  la


            ventanilla y se mantuvo suspendido sobre el suelo.


            Con  extremo  cuidado,  bajó  una  mano  y  cogió  la


            manivela  exterior  de  la  puerta.  Al  cabo  de  un


            momento saltó.


                   —¡Oh!  —sus  dedos  resbalaron  sobre  el  metal


            cromado  y  se  cayó  al  suelo,  dándose  un  golpe


            contra  la  carrocería,  del  coche.  Se  sintió



            momentáneamente invadido por el miedo al darse


            cuenta  de  que  no  podía  volver  a  entrar;  pero  se


            repuso rápidamente. Louise volvería pronto. Dio la


            vuelta al coche, saltó la empinada acera y se internó


            en la calle.


                   Retrocedió apresuradamente al oír el ruido de


            un automóvil. Éste pasó a más de dos metros de él,



            pero  el  rugido  del  motor  le  resultó  insoportable.


            Incluso el agudo chirrido de los neumáticos sobre


            el pavimento le pareció excesivamente fuerte. Una


            vez hubo pasado, se apresuró a cruzar la calle, se






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