Page 259 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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pelota,  las  detonaciones  de  los  rifles  y  las


            minúsculas explosiones de los globos al reventarse.


            Oyó el lúgubre crujido de la música del tiovivo.


                   Un hombre salió por la puerta trasera de una de


            las barracas. Lanzó una mirada a Scott. Scott siguió


            andando y desapareció rápidamente tras la tienda


            siguiente.



                   —Oye, chico —escuchó decir al hombre.


                   Echó  a  correr,  buscando  un  lugar  donde


            esconderse. Había un remolque aparcado detrás de


            la tienda. Se precipitó hacia él y se agachó detrás de


            una rueda de gruesos neumáticos, atisbando por el


            borde.


                   Vio  aparecer  al  hombre  en  una  esquina  de  la


            tienda y observó que miraba a su alrededor con las


            manos en jarras. Después, a los pocos segundos, el



            hombre lanzó un gruñido y se alejó. Scott se levantó


            y se dispuso a abandonar la sombra del remolque,


            pero se detuvo en seco. Alguien cantaba encima de


            su cabeza.


                   Scott frunció el ceño y escuchó con atención. Si


            yo  te  amara  —cantaba  la  voz—,  una  y  otra  vez


            intentaría decir…



                   Salió  de  debajo  del  remolque  y  alzó  la  vista


            hacia  la  ventana  de  blancas  cortinas  que


            resplandecía  de  luz.  Seguía  oyendo  la  canción,


            melódica y romántica. Miró fijamente la ventana,






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