Page 260 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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sintiendo una extraña inquietud.


                   Los felices gritos de una niña que iba en el látigo


            le  despertaron  de  su  ensoñación.  Se  alejó  unos


            pasos del remolque, pero en seguida dio la vuelta y


            regresó. Se quedó junto a él hasta que finalizó la


            canción.  Entonces  rodeó  lentamente  el  remolque,


            mirando  en  primer  lugar  por  una  ventana  y



            después por otra, extrañado de sentirse tan atraído


            por aquella voz.


                   Entonces se fijó en los escalones que conducían


            a la puerta acristalada del remolque, y se encaramó


            de un salto al primero de ellos. Era la altura justa.


                   Su corazón empezó a latir apresuradamente, y


            sus manos se asieron rígidamente a la barandilla,


            que le llegaba a la cintura. Contuvo un momento la


            respiración. ¡No podía ser!



                   Subió             lentamente                  los         escalones               hasta


            encontrarse justo debajo de la puerta, que sólo era


            un  poco  más  alta  que  él  mismo.  Había  algunas


            palabras  pintadas  debajo  de  la  ventana,  pero  no


            pudo  leerlas.  Sintió  un  extraño  y  eléctrico


            hormigueo en toda la piel. No pudo evitarlo; subió


            los  dos  últimos  escalones  y  se  detuvo  frente  a  la



            puerta.


                   Se quedó paralizado. Era su mundo, su propio


            mundo… sillas y un sofá donde él podría sentarse


            sin  quedar  hundido;  mesas  proporcionadas  a  su






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