Page 289 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
P. 289
podía detenerse; el alfiler ganaba velocidad y se
dirigía hacia el hueco. Echó a correr tras de él,
tratando de no perder las enormes sandalias. Sin
embargo, perdió una de ellas y pisó una astilla de
madera con la planta del pie. Siguió corriendo, con
la intención de alcanzar el alfiler.
Desesperado, se lanzó de cabeza para cogerlo en
el momento que rebasaba el borde del listón. El
dolor en la rodilla le pareció insoportable. Estuvo a
punto de caerse él mismo por la abertura. No pudo
coger el alfiler.
Pero el alfiler no cayó en sentido paralelo a la
abertura y, su movimiento rotativo cesó de repente
cuando la punta se clavó en el listón del otro lado,
y la cabeza quedó atascada en el lado donde se
hallaba Scott.
Jadeando, lo recuperó y hundió su punta en la
madera, como si se tratase de una lanza clavada en
la arena. Después levantó el pie y, con los dientes
apretados, extrajo la larga astilla de la curtida
planta. Brotaron algunas gotas de sangre. El las
atajó apretando con fuerza el lugar de la herida.
«No tendré miedo, no tendré miedo», pensó.
«¡Oh!, claro que no».
Se dispuso a frotarse la rodilla, pero se apresuró
a retirar la mano con un sobresalto. Al caer, se había
arañado la mano. Lanzó un suspiro de inquietud y
289

