Page 294 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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encaramado con la ayuda de brazos y piernas y con


            el hilo colgando en el vacío.


                   Cuando  llegó  a  la  repisa  de  la  silla  superior,


            tenía calambres en todos los músculos del cuerpo.


            Trepó a la repisa y se tendió en ella cuan largo era,


            jadeando  y  con  la  frente  apoyada  sobre  la


            superficie. Sintió una punzada de dolor al apoyar la



            herida de la frente en la áspera madera, pero estaba


            demasiado  cansado  para  moverse.  Los  pies  le


            colgaban por encima del precipicio de doscientos


            metros de altura.


                   Hasta  veinte  minutos  después  no  se  vio  con


            ánimos para darse la vuelta y mirar por encima del


            borde. El sótano yacía bajo sus pies. En un extremo,


            la manguera roja volvía a ser una serpiente, inmóvil


            y con la boca abierta. El almohadón volvía a ser una



            llanura cubierta de flores. Vio el agujero, similar a


            un pozo, en el que había estado a punto de caer en


            una ocasión, al oír el ruido del agua corriente. El


            agujero  se  había  convertido  en  un  punto


            minúsculo.  La  tapa  de  la  caja  debajo  de  la  cual


            dormía no era más que un pequeño cuadrado gris,


            que parecía un sello descolorido.



                   Se arrastró hasta la ancha pata de la silla y se


            apoyó en ella, abandonando el gancho, el hilo y la


            lanza.  Extrajo  la  esponja  y  el  último  pedazo  de


            galleta de dentro de su túnica y se dispuso a comer






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