Page 298 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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y enarenado hilo, siguió mirando a su alrededor en
busca de algo.
Un imperceptible sonido le impulsó a dejar caer
el rollo de hilo al suelo y desclavar nuevamente la
lanza, sosteniéndola frente a sí. Los músculos de
sus brazos y hombros se estremecieron, sus piernas
se arquearon ligeramente y sus ojos prosiguieron la
búsqueda.
Un suspiro se escapó de sus labios. Siguió
escuchando atentamente. Quizá lo que oía no fuera
más que ruidos propios de la casa. Quizá…
Un crujido, un golpe sordo, un rugiente
estruendo.
Con un grito de miedo, giró sobre sus talones
buscando el origen del ruido con los ojos
desorbitados por el terror; pero, en aquel mismo
instante, se dio cuenta de que era la estufa. Soltando
la lanza, se tapó los oídos con manos temblorosas.
Dos minutos después la estufa dejó de
funcionar, y el silencio cayó nuevamente sobre el
sótano en sombras.
Scott terminó de enrollar el hilo, cogió las
pesadas lazadas y la lanza y empezó a caminar de
nuevo, sin dejar de escudriñarlo todo con los ojos.
¿Dónde estaba? ¿Dónde estaba esa maldita?
Cuando llegó al primer trozo de madera, se
detuvo. Soltó el rollo de hilo y extendió la lanza.
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