Page 310 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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—Duérmete —le dijo.


                   La  rodeó  con  los  brazos  y  se  arrimó  a  su  fría


            pierna de plástico. La volvió del otro lado, para que


            no le mirara. Después se apretó contra ella y volvió


            a rodearla con un brazo.


                   A  altas  horas  de  la  noche  se  despertó


            sobresaltado y contempló el suave cuerpo desnudo



            que había junto a él, y el cabello amarillo recogido


            con una cinta roja. El corazón le latió con rapidez.


                   —¿Quién eres? —susurró.


                   Entonces le tocó la carne dura y fría y se acordó


            de todo.


                   Un sollozo estremeció su pecho.


                   —¿Por qué no eres real? —le preguntó, pero ella


            no contestó. Apretó la cara contra el suave cabello


            de la muñeca y la abrazó con fuerza, durmiéndose



            poco después.


                   Seguía  sentado  en  la  fría  arena,  mirando


            fijamente  el  brazo  de  la  muñeca  que  salía  de  la


            enorme caja de cartón situada frente a él. Ella se lo


            había recordado.


                   Parpadeó y miró en torno suyo. ¿Cuánto tiempo


            había  transcurrido  desde  entonces?  No  pudo



            acordarse. Lo que era aún más importante, ¿cuánto


            rato  había  durado  su  ensoñación?  No  podía


            saberlo.  El  rayo  de  luz  todavía  penetraba  por  la


            ventana.






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