Page 305 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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Contempló un momento el perfil de Lou; y después


            dijo:


                   —Es muy bonita.


                   Era  una  casa  de  muñecas  de  lujo;  ahora  ya


            podían permitírselo, con las ediciones y reediciones


            de su libro. Se aproximó a ella y subió al porche.


            Estar allí le produjo una sensación extraña, que le



            hizo agarrarse con fuerza al minúsculo pasamanos


            de  hierro  forjado;  la  misma  sensación  que


            experimentó  la  noche  en  que  había  subido  los


            escalones del remolque de Clarice.


                   Abrió la puerta principal de un empujón, entró


            en la casa y cerró la puerta tras de sí. Se encontró en


            la sala de estar. Aparte de unas esponjosas cortinas


            blancas, estaba desamueblada. Había una chimenea


            de  falsos  ladrillos,  suelos  de  madera  dura,



            ventanas, brazos de lámparas… Era una habitación


            preciosa, excepto por una cosa: faltaba una de las


            paredes.


                   Entonces  vio  a  Lou  por  el  lado  descubierto,


            esforzándose para verle, con una amable sonrisa en


            la cara.


                   —¿Te gusta? —preguntó.



                   Él  atravesó  el  salón  y  se  detuvo  en  el  lugar


            donde tendría que haber estado la pared.


                   —¿Hay muebles? —preguntó.


                   —Están… —empezó ella, interrumpiéndose en






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